Curiosa osadía la tuya... me sorprendiste cuando todo permanecía en calma, me miraste fijamente a los ojos y me invitaste a pasear sobre ruedas. Curiosa valentía la mía que, sin conocerte, decidí aceptar la propuesta, me coloqué mis patines en línea y nos dirigimos a ningún lugar. Curiosa estupidez la tuya que, sin darte cuenta, terminaste mimetizado y todavía te estoy buscando.
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